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La COVID-19 sigue provocando perturbaciones en los servicios esenciales de salud del 90% de los países

23 de abril de 2021 | Comunicado de prensa | Ginebra

Aunque se aprecian indicios de recuperación, será necesario un gran esfuerzo para restablecer y reforzar los servicios de salud

La segunda ronda de la encuesta efectuada por la Organización Mundial de la Salud para tomar el pulso de la situación revela que, más de un año después del inicio de la pandemia de COVID-19, las perturbaciones siguen siendo considerables: alrededor del 90% de los países han notificado una o más alteraciones de los servicios esenciales de salud, lo que indica que la situación mundial no ha variado sustancialmente desde la primera encuesta, realizada en el verano de 2020. 

No obstante, en general, ha disminuido la magnitud y el alcance de las perturbaciones en los países. En 2020, los países notificaron que, por término medio, se habían visto afectados aproximadamente la mitad de los servicios esenciales de salud. Sin embargo, en los primeros tres meses de 2021 se registró una cierta mejora, ya que poco más de la tercera parte de los servicios seguían afectados. 

Superación de las perturbaciones

Los países han procurado mitigar las perturbaciones. Muchos han intensificado sus actividades de comunicación para informar a la población de las modificaciones en la prestación de los servicios y de las opciones para recibir atención de salud sin riesgo. También están recurriendo al triaje para detectar y tratar a los pacientes con necesidades más urgentes.

Más de la mitad de los países consultados indican que han contratado más a trabajadores para reforzar el personal de salud, han derivado a pacientes a otros establecimientos de salud y han adoptado métodos alternativos de prestación de atención, como la ampliación de los servicios domiciliarios, la prescripción de tratamientos para varios meses y el uso de la telemedicina.

La OMS y sus asociados están ayudando a los países a adaptar sus procedimientos de modo que puedan afrontar mejor los problemas que atraviesan sus sistemas de salud, fortalecer la atención primaria y avanzar hacia la cobertura sanitaria universal.

En opinión del Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, «resulta alentador comprobar que los países empiezan a restablecer sus servicios esenciales de salud, pero aún queda mucho por hacer. La encuesta pone de manifiesto que es preciso redoblar los esfuerzos y adoptar nuevas medidas para subsanar deficiencias y reforzar los servicios. Es especialmente necesario vigilar la situación de aquellos países que ya antes de la pandemia tenían dificultades para prestar servicios de salud.»

Persistencia de las causas de las perturbaciones 

En su respuesta ante la COVID-19, los países aún se ven obligados a tomar decisiones importantes que pueden repercutir negativamente en la atención a otras enfermedades. Se sigue redistribuyendo al personal para atender los casos de COVID-19 y continúan los cierres temporales de centros y servicios de salud.

Aunque hayan contratado más trabajadores, el 66% de los países siguen notificando que las causas más frecuentes de las perturbaciones de los servicios guardan relación con el personal de salud. Asimismo, en cerca de una tercera parte de los países persisten las alteraciones de las cadenas de suministro, lo que afecta a la disponibilidad de medicamentos esenciales, pruebas diagnósticas y equipos de protección personal necesarios para una asistencia eficaz y en condiciones de seguridad.

Deben ampliarse las actividades de comunicación: más de la mitad de los países han notificado perturbaciones de los servicios debidas a que los pacientes no acuden a los centros por desconfianza o miedo a contagiarse. 

Por otra parte, el 43% de los países han señalado dificultades financieras como causas principales de las perturbaciones en la utilización de los servicios.

Por tal motivo, millones de personas continúan sin recibir atención de salud de vital importancia. Casi la mitad de los países indican que los servicios más afectados son los relativos a la atención primaria cotidiana para la prevención y el tratamiento de los problemas de salud más habituales. También en la atención a largo plazo de las enfermedades crónicas, la rehabilitación y los cuidados paliativos terminales persisten las perturbaciones, que afectan seriamente a las personas mayores y a aquellas con alguna discapacidad.

Las repercusiones indirectas más inmediatas de la pandemia corresponden a la atención de urgencia, los cuidados intensivos y las intervenciones quirúrgicas vitales, que continúan afectadas en aproximadamente el 20% de los países. Dos terceras partes de los países también han notificado perturbaciones en las intervenciones quirúrgicas programadas, cuyas consecuencias se acumulan a medida que se prolonga la pandemia.

Entre los servicios de salud más afectados (es decir, aquellos en los que más del 40% de los países han señalado perturbaciones) figuran los que se ocupan de los trastornos mentales o neurológicos y las toxicomanías, las enfermedades tropicales desatendidas, la tuberculosis, el sida y la hepatitis B y C, la detección del cáncer, otras enfermedades no transmisibles como la hipertensión y la diabetes, la anticoncepción, la atención odontológica urgente y la malnutrición.

La encuesta, que fue publicada antes de la Semana Mundial de la Inmunización (iniciada el 24 de abril) y del Día Mundial del Paludismo (25 de abril), revela que también en esos dos ámbitos persisten los problemas para resolver la alteración de los servicios. Más de la tercera parte de los países siguen notificando afectación de los servicios de vacunación, si bien, en algunos países, las perturbaciones de la vacunación se han reducido en los centros de salud y en los servicios periféricos en un 20% y un 30%, aproximada y respectivamente, en comparación con 2020. Es preciso, por tanto, mejorar la cobertura y la aceptación de la vacunación mediante nuevas estrategias a largo plazo.

Según Henrietta Fore, Directora Ejecutiva del UNICEF, «más allá de los efectos de la propia enfermedad, la pandemia de COVID-19 plantea serios desafíos a la salud mundial. Las alteraciones de los servicios de vacunación entrañan graves consecuencias para los niños. Hemos de procurar que el aumento del suministro de vacunas contra la COVID-19 no acarree una reducción de las vacunas infantiles esenciales. No podemos permitir que la lucha contra la COVID-19 socave nuestros esfuerzos contra el sarampión, la poliomielitis u otras enfermedades prevenibles mediante vacunación. Si las perturbaciones en la vacunación se prolongan, la salud infantil se verá afectada a largo plazo. Tenemos que actuar de inmediato.»

En cuanto al paludismo, cerca del 40% de los países han notificado perturbaciones en uno o más servicios. Aunque se han producido avances respecto a 2020 (un 10% menos de países han indicado perturbaciones en el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad y entre un 25% y un 33% menos han notificado afectación de las campañas de prevención, en particular la distribución de mosquiteros impregnados de insecticida de larga duración, la fumigación de interiores y la quimioprofilaxis estacional del paludismo), el grado de perturbación notificado sigue siendo considerable y debe abordarse con urgencia.

La OMS continuará prestando apoyo a los países para que puedan hacer frente al aumento de la presión sobre los sistemas de salud y a la rápida evolución de las prioridades y las necesidades durante la pandemia, y seguirá velando por el equilibrio entre el control de la COVID-19 y el de otros problemas sanitarios, así como por la continuidad de una atención integral para todos, y para los más vulnerables en particular.

Entre los principales mecanismos de apoyo se encuentran el Acelerador ACT, cuya función consiste en facilitar el acceso equitativo a las vacunas, las pruebas y los tratamientos para la COVID-19, y el Plan Estratégico de Preparación y Respuesta, que proporciona orientación para adoptar medidas de ámbito nacional, regional o mundial contra esta enfermedad.

La Organización sigue dedicada a la labor que tiene encomendada desde antes del inicio de la pandemia de COVID-19. Gracias a la «Iniciativa de impulso» y a la Alianza para la colaboración en pro de la cobertura sanitaria universal, en la que participan 115 países, la OMS ha reforzado internamente su capacidad de prestar apoyo complementario a los países a fin de que puedan mantener los servicios esenciales de salud durante la pandemia y avanzar hacia la cobertura sanitaria universal.