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Declaración acerca de la decimocuarta reunión del Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional (2005) sobre la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19)

30 de enero de 2023 | Declaración

El Director General de la OMS se complace en remitir el informe de la decimocuarta reunión del Comité de Emergencias del Reglamento Sanitario Internacional (2005) (RSI) sobre la pandemia de enfermedad por el coronavirus de 2019 (COVID-19), celebrada el viernes 27 de enero de 2023, de las 14.00 a las 17.00 horas (horario centroeuropeo de verano).

El Director General de la OMS manifiesta su acuerdo con el asesoramiento prestado por el Comité en relación con la pandemia de COVID-19 en curso y determina que el evento sigue constituyendo una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). Reconoce la opinión del Comité de que la pandemia de COVID-19 se encuentra probablemente en un punto de transición y agradece su asesoramiento para gestionar cuidadosamente este periodo de transición y limitar las posibles consecuencias negativas.

El Director General de la OMS ha examinado el asesoramiento prestado por el Comité en relación con las recomendaciones temporales propuestas. El conjunto de recomendaciones temporales emitidas por el Director General de la OMS se recogen al final de la presente declaración.

El Director General de la OMS manifiesta su sincero agradecimiento al Presidente y a los miembros del Comité, así como a sus asesores.

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Diligencias de la reunión

El Director General de la OMS, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, dio la bienvenida a los miembros y asesores del Comité de Emergencias, convocados por videoconferencia. Señaló que en la semana en que se celebraba la reunión se cumplía el tercer aniversario del momento en que se había establecido que el brote de COVID-19 constituía una ESPII, en enero de 2020. Aunque el mundo se encuentra en una mejor situación que durante el pico de la transmisión de la variante ómicron hace un año, en las últimas ocho semanas se han notificado más de 170 000 muertes relacionadas con la COVID-19 en todo el mundo. Además, la vigilancia y la secuenciación genética se han reducido en todo el mundo, lo que dificulta el seguimiento de las variantes conocidas y la detección de otras nuevas. Muchos sistemas de salud se esfuerzan actualmente por hacer frente a la COVID‑19 al tiempo que atienden a pacientes con gripe e infecciones por virus sincitiales de las vías respiratorias, y todo ello con poco personal y trabajadores de la salud fatigados. Las vacunas, los tratamientos y las pruebas diagnósticas han sido y siguen siendo cruciales para prevenir las formas graves de la COVID-19, salvar vidas y aliviar la presión de los sistemas y el personal de salud en todo el mundo. Con todo, la respuesta a la enfermedad todavía cojea porque demasiados países no tienen la capacidad de ofrecer estas herramientas a las poblaciones que más las necesitan, en particular las personas mayores y el personal de salud. El Director General dio las gracias al Presidente, a los miembros y a los asesores del Comité por su labor.

El representante de la Oficina del Asesor Jurídico informó a los miembros y asesores del Comité sobre sus funciones, responsabilidades y mandato en virtud de los artículos pertinentes del RSI. El responsable de ética del Departamento de Conformidad, Gestión de Riesgos y Ética también les recordó su deber de mantener la confidencialidad en relación con los debates de la reunión y la labor del Comité, y que era responsabilidad de cada uno revelar a la OMS, lo antes posible, cualquier interés de carácter personal, profesional, financiero, intelectual o comercial que pudiera dar lugar a un conflicto de intereses percibido o directo. No se encontró ningún conflicto de intereses entre los miembros y asesores asistentes.

La reunión pasó a ser dirigida por el Presidente del Comité de Emergencias, el profesor Didier Houssin, quien presentó los objetivos de esta: proporcionar opiniones al Director General de la OMS sobre si la pandemia de COVID-19 seguía constituyendo una ESPII y examinar las recomendaciones temporales propuestas para los Estados Partes.

La Secretaría de la OMS presentó un panorama mundial del estado actual de la pandemia de COVID-19. En el marco de la reciente evaluación rápida del riesgo mundial de la COVID-19 para la salud humana y su transmisión en curso, se sigue caracterizando este como riesgo alto. La Secretaría de la OMS presentó los siguientes temas: la situación epidemiológica mundial en relación con la COVID-19; las variantes preocupantes del SARS-CoV-2 que circulan actualmente, incluidos los linajes descendientes de estas; el regreso estacional inesperadamente prematuro de la gripe y los virus sincitiales de las vías respiratorias en algunas regiones, lo que está suponiendo una carga para algunos sistemas de salud ya sobrecargados; el estado de la vacunación mundial y la inmunidad híbrida, y las nuevas medidas sanitarias relacionadas con los viajes, como los requisitos de pruebas y vacunación, que se aplican en respuesta a la reciente ola de casos de COVID-19 después de determinados cambios de políticas.

La Secretaría de la OMS expresó su preocupación por la evolución en curso del SARS-CoV-2 en un contexto de circulación no controlada del virus y la disminución sustancial en el número de notificaciones que realizan los Estados Miembros de datos relacionados con la morbilidad, mortalidad, hospitalización y secuenciación relativos a la COVID-19, y reiteró la importancia del intercambio oportuno de datos para orientar la respuesta en curso a la pandemia.

La OMS sigue colaborando estrechamente con los países en todos los aspectos de la respuesta a la COVID-19, incluido el fortalecimiento de la gestión de la enfermedad en el marco de programas de control de enfermedades a más largo plazo. La Secretaría de la Organización destacó especialmente su apoyo a los Estados Partes para: mantener sistemas de vigilancia de componentes múltiples;  poner en marcha una vigilancia centinela utilizando una estrategia general coordinada para caracterizar variantes conocidas y emergentes; fortalecer las rutas asistenciales para la COVID-19; proporcionar actualizaciones periódicas de las directrices sobre la COVID-19; aumentar el acceso a tratamientos, vacunas y medios de diagnóstico, y seguir realizando estudios «Unidad» que proporcionen información valiosa sobre la seroprevalencia a nivel mundial.

La OMS insta a los países a: mantenerse alerta y seguir notificando datos de vigilancia y secuenciación genómica; recomendar medidas sociales y de salud pública basadas en el riesgo correctamente orientadas cuando sea necesario; vacunar a las poblaciones con mayor riesgo para reducir al mínimo los cuadros graves y las muertes, y llevar a cabo una comunicación periódica del riesgo por la que se dé respuesta a las preocupaciones de la población y se fomente la participación de las comunidades con miras a mejorar la comprensión y la aplicación de contramedidas.

Se informó al Comité de que, a nivel mundial, se habían administrado 13 100 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19, y de que el 89% de los trabajadores de la salud y el 81% de los adultos mayores (mayores de 60 años) habían completado la primovacunación. También se han logrado avances significativos en: el desarrollo de contramedidas médicas eficaces; la creación de capacidad mundial de secuenciación genómica y epidemiología genómica, y la comprensión de cómo gestionar la infodemia en el nuevo ecosistema informativo, incluidas las plataformas de las redes sociales.

Sesión de deliberación

El Comité estudió los logros y dificultades durante la ESPII. Reconoció la labor realizada por la OMS, los Estados Miembros y los asociados para lograr avances sustanciales a nivel mundial en los últimos tres años.

Con todo, los miembros del Comité expresaron su preocupación por el riesgo continuado que plantea la COVID-19, con un número todavía elevado de muertes en comparación con otras enfermedades infecciosas respiratorias, la insuficiente adopción de la vacunación en países de ingresos bajos y medianos, así como en los grupos de mayor riesgo a nivel mundial, y la incertidumbre asociada a las variantes emergentes. Los miembros cobraron conciencia de que el cansancio por la pandemia y la percepción entre el público de que se ha reducido el riesgo han llevado a que se utilicen mucho menos medidas sociales y de salud pública, como el uso de mascarillas y el distanciamiento físico. La reticencia a la vacunación y la continua difusión de información errónea siguen siendo obstáculos adicionales para la aplicación de medidas cruciales de salud pública. Al mismo tiempo, las secuelas sistémicas de largo plazo consecuencia del síndrome post‑COVID y el riesgo elevado de enfermedades cardiovasculares y metabólicas posteriores a la infección probablemente tengan un grave efecto negativo continuado en la población; además, en muchos países, las rutas asistenciales para los pacientes con estas afecciones son limitadas o no están disponibles.

El Comité reconoció que, aunque los sublinajes de la variante ómicron que circulan actualmente en todo el mundo son altamente transmisibles, ha habido una disociación entre la infección y la gravedad del cuadro en comparación con lo que ocurría con variantes anteriores de preocupación. Con todo, el virus conserva la capacidad de evolucionar hacia nuevas variantes con características impredecibles. El Comité expresó la necesidad de mejorar la vigilancia y la presentación de informes sobre hospitalizaciones, ingresos en unidades de cuidados intensivos y muertes, para comprender mejor el efecto actual de la COVID-19 sobre los sistemas de salud y determinar adecuadamente las características clínicas de la enfermedad y la afección posterior a ella.

La persistente escasez y fatiga del personal de salud y otras prioridades en materia de salud en pugna con las relativas a la COVID-19, como la lucha contra otros brotes de enfermedades, siguen sobrecargando los sistemas de salud en muchos países. El Comité hizo hincapié en la importancia de mantener las capacidades desarrolladas durante la respuesta a la COVID-19 y de seguir fortaleciendo la resiliencia de los sistemas de salud.

Situación de la ESPII

El Comité coincidió en que la COVID-19 sigue siendo una enfermedad infecciosa peligrosa con la capacidad de causar daños sustanciales a la salud y los sistemas de salud. El Comité debatió si era necesario seguir con la ESPII para mantener la atención mundial sobre la COVID-19, las posibles consecuencias negativas que podrían producirse si la ESPII se daba por finalizada y cómo llevar a cabo una transición de manera segura.

El Comité indicó que la pandemia de COVID-19 podía estar acercándose a un punto de inflexión. Alcanzar unos niveles más altos de inmunidad de la población a nivel mundial, tanto a través de la infección como de la vacunación, puede limitar el efecto del SARS-CoV-2 en la morbilidad y la mortalidad, pero hay pocas dudas de que el virus seguirá siendo un agente patógeno permanente en humanos y animales en un futuro inmediato. Así, es una necesidad fundamental seguir aplicando medidas de salud pública a largo plazo. Aunque es muy poco probable que pueda eliminarse el virus de los reservorios humanos y animales, la mitigación de su efecto devastador en la morbilidad y la mortalidad puede lograrse y debería seguir siendo un objetivo prioritario.

Dejar atrás la ESPII requiere un compromiso bien definido de la OMS, sus Estados Miembros y las organizaciones internacionales para desarrollar y aplicar planes de acción sostenibles, sistemáticos y a largo plazo de prevención, vigilancia y control. La orientación de la OMS, elaborada con el apoyo de los grupos técnicos y consultivos pertinentes, debería ser coherente y ayudar a los Estados Partes a adoptar medidas y gestionar las consecuencias de esa transición.

Por lo tanto, el Comité recomendó que la OMS, en consulta con los asociados y las partes interesadas, elaborara una propuesta de mecanismos alternativos para mantener la atención a nivel mundial y nacional sobre la COVID-19 después de finalizar la ESPII, entre otras cosas, si fuera necesario, creando un posible comité de examen para asesorar sobre la emisión de recomendaciones permanentes en virtud del RSI.

El Comité también pidió a la Secretaría de la OMS que proporcionara una evaluación sobre las consecuencias en materia de reglamentación para el desarrollo y la autorización de vacunas, medios de diagnóstico y tratamientos si finalizase la ESPII en los próximos meses.

El Comité también alentó a la OMS a evaluar y, si fuera necesario, acelerar la integración de la vigilancia de la COVID-19 en el Sistema Mundial de Vigilancia y Respuesta a la Gripe.

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Recomendaciones temporales emitidas por el Director General de la OMS para todos los Estados Partes

  1. Mantener el ritmo de vacunación contra la COVID-19 para lograr una cobertura del 100% de los grupos de alta prioridad, siguiendo las recomendaciones del SAGE actualizadas a la situación del momento sobre el uso de dosis de refuerzo. Los Estados Partes deberían planificar la integración de la vacunación contra la COVID-19 en los programas de inmunización a lo largo del curso de la vida. En la recopilación periódica de datos y la presentación de informes sobre la cobertura de la vacuna se deberían incluir tanto las dosis primarias como las de refuerzo. (Global COVID-19 Vaccination Strategy in a Changing World: July 2022 update; Updated WHO SAGE Roadmap for prioritizing uses of COVID-19 vaccines, enero de 2023; Declaración provisional de la OMS sobre el uso de dosis de refuerzo adicionales de vacunas de ARNm contra la COVID-19 incluidas en la lista de uso en emergencias; Good practice statement on the use of variant-containing COVID-19 vaccines; Behavioural and social drivers of vaccination: tools and practical guidance for achieving high uptake.)
  2. Mejorar la notificación de datos de vigilancia del SARS-CoV-2 a la OMS. Se necesitan mejores datos para: detectar, evaluar y monitorear variantes emergentes; detectar cambios significativos en la epidemiología de la COVID-19, y comprender la carga de la COVID-19 en todas las regiones. Se recomienda a los Estados Parte que utilicen un enfoque integrado para la vigilancia de enfermedades infecciosas respiratorias en el que se aproveche el sistema mundial de vigilancia y respuesta a la gripe. En la vigilancia debería incorporarse información de poblaciones centinela representativas, vigilancia basada en eventos, vigilancia de aguas residuales humanas, serovigilancia y vigilancia animal-humana-ambiental. La OMS debería seguir trabajando con los Estados Miembros para que hubiera una capacidad y una cobertura adecuadas en la vigilancia de la COVID-19 con las que reconocer rápidamente cualquier cambio significativo en el virus y/o su epidemiología y en sus efectos clínicos, incluida la hospitalización, de modo que la Organización pudiera activar las alertas mundiales pertinentes según fuera necesario. (Vigilancia de salud pública en relación con la COVID-19)
  3. Aumentar la aceptación y garantizar la disponibilidad a largo plazo de contramedidas médicas. Los Estados Partes deberían mejorar el acceso a las vacunas, medios de diagnóstico y tratamientos contra la COVID-19, y considerar la posibilidad de prepararse para que estas contramedidas médicas se autorizasen fuera de los procedimientos de inclusión en la lista de uso en emergencias y dentro de los marcos regulatorios nacionales habituales. (Therapeutics and COVID-19: living guideline; COVID-19 Clinical Care Pathway)
  4. Mantener una fuerte capacidad de respuesta nacional y prepararse para eventos futuros con miras a evitar que se produzca un ciclo de pánico y negligencia. Los Estados Partes deberían estudiar la forma de fortalecer la preparación de los países para responder a brotes, entre otras cosas prestando atención a la capacidad del personal de salud, la prevención y el control de infecciones y la financiación de la preparación y respuesta ante agentes patógenos respiratorios y no respiratorios. (Reseñas normativas de la OMS sobre la COVID-19; Strengthening pandemic preparedness planning for respiratory pathogens: policy brief)
  5. Seguir trabajando con las comunidades y sus líderes para hacer frente a la infodemia y aplicar con éxito medidas sociales y de salud pública basadas en el riesgo. La comunicación de riesgos y la participación de la comunidad deberían adaptarse a los contextos locales y en ellas debería hacerse frente a la desinformación y la información errónea que erosionan la confianza en las contramedidas médicas y las medidas sociales y de salud pública. Los Estados Partes deberían fortalecer la comprensión del público, los medios de comunicación y las comunidades sobre los avances científicos para alentar la acción y las políticas orientadas por la evidencia. También deberían seguir vigilando la respuesta individual y pública a la aplicación de medidas sociales y de salud pública y la aceptación de las vacunas contra la COVID-19, y aplicar medidas, incluidas estrategias de comunicación, para apoyar su utilización adecuada.  (Recursos de comunicación de riesgos de la OMS; Considerations for implementing and adjusting PHSM in the context of COVID-19.)
  6. Seguir ajustando cualquier medida restante relacionada con los viajes internacionales, a partir de una evaluación del riesgo, y no exigir prueba de vacunación contra la COVID-19 como requisito previo para los viajes internacionales. (Interim position paper: considerations regarding proof of COVID-19 vaccination for international travellers; Policy considerations for implementing a risk-based approach to international travel in the context of COVID-19).
  7. Seguir apoyando la investigación para mejorar las vacunas que reduzcan la transmisión y tengan una amplia aplicabilidad, así como la investigación para comprender el espectro completo, la incidencia y el efecto del síndrome post‑COVID, y desarrollar rutas asistenciales integradas relevantes.